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La pequeña Clara

Otro minirelato, esta vez de suspense.

«A los pocos días de mi estancia en aquella gran casa me di cuenta de que algo extraño ocurría. Algo que escapaba a lo racional y a lo posible. Algo sobrenatural que me causaba un pánico que me paralizaba.
A las 5, como cada día, entró la pequeña Clara con la bandeja llena de galletas y la dejó sobre la mesa.
Clara, ¿cuántos años tienes? -le pregunté-.
Ocho -me dijo-.
¿Con ocho años todavía no vas al colegio? –dije algo confundida-.
Me gustaría poder ir al colegio pero no puedo – contestó-. Cuanto más me alejo de esta casa más dolor siento. Unas punzadas como agujas se me clavan por todo el cuerpo. Él no me deja.
Esto me dejó algo confundida. En la casa no habitaba ningún varón.
¿Quién es él? –pregunté algo temblorosa-. Pude observar como la silla junto a la que yo estaba sentada se movía y noté una presencia sobre ella. Sabía que algo había allí, pero no podía verlo.
Se llama Elmer y está sentado a tu lado -dijo Clara con una malvada sonrisa en la boca- .
Noté como algo apretaba mi cuello causándome un gran dolor. Me faltaba el aliento y, sin poder respirar, perdí la consciencia para siempre.»

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Minirelato que presenté al concurso de la fnac

Este es el minirelato que presenté al concurso de minirelatos de la fnac. Supongo que ya no pasará nada si lo publico aquí ahora que ya han preseleccionado los buenos.

«Mi hermana siempre se burlaba de mí porque decía que ella era más inteligente que yo, cosa que por ser cierta me molestaba. Le pregunté a mi madre si conocía algún secreto para ser más inteligente que ella y me aconsejó que hablara con Dios. Como vivía en un pequeño pueblo sin grandes edificios ni rascacielos, decidí reutilizar mis viejos libros y crear una gran escalera que me llevara al cielo y, de esta manera, poder preguntárselo en persona. Pasaron días, meses y años y mi escalera nunca dejó de crecer. Todos los libros que leí acabaron formando una estructura tan alta que nadie podía ver donde terminaba. Hasta que un día caí en la cuenta de que mi pregunta ya estaba contestada. No tendría que subir nunca por mi escalera, así que decidí regalar los libros que la formaban para que otros pudieran construir la suya propia.»

ja, ja…