Otro minirelato, esta vez de suspense.
«A los pocos días de mi estancia en aquella gran casa me di cuenta de que algo extraño ocurría. Algo que escapaba a lo racional y a lo posible. Algo sobrenatural que me causaba un pánico que me paralizaba.
A las 5, como cada día, entró la pequeña Clara con la bandeja llena de galletas y la dejó sobre la mesa.
Clara, ¿cuántos años tienes? -le pregunté-.
Ocho -me dijo-.
¿Con ocho años todavía no vas al colegio? –dije algo confundida-.
Me gustaría poder ir al colegio pero no puedo – contestó-. Cuanto más me alejo de esta casa más dolor siento. Unas punzadas como agujas se me clavan por todo el cuerpo. Él no me deja.
Esto me dejó algo confundida. En la casa no habitaba ningún varón.
¿Quién es él? –pregunté algo temblorosa-. Pude observar como la silla junto a la que yo estaba sentada se movía y noté una presencia sobre ella. Sabía que algo había allí, pero no podía verlo.
Se llama Elmer y está sentado a tu lado -dijo Clara con una malvada sonrisa en la boca- .
Noté como algo apretaba mi cuello causándome un gran dolor. Me faltaba el aliento y, sin poder respirar, perdí la consciencia para siempre.»